La cultura y
sus textos nos rodean. Nosotros, apasionados con ellos, con su consumo
y análisis, nos proponemos intervenir con
fouls-tácticos. Nos proponemos escribir con velocidad,
buscando detenciones momentáneas del vértigo para
poder discutir en presente. Queremos hablar con los tiempos de nuestra
adrenalina, pero contra ella. Prometemos fouls-tácticos con
un objetivo claro: actuar estratégicamente en la
búsqueda de diálogos que nos permitan arrinconar
el saber (...)
El
fútbol, como el arte, como las licitaciones
públicas, tiene reglas. El jugador de fútbol,
como todo médico, como toda ama de casa, como todo obrero,
las respeta, las infringe tratando de no ser detectado o busca la
sanción. Foul-táctico es buscar la
sanción, y seguir.
No
todas las infracciones a las reglas del fútbol significan
para nuestra sociedad infracción. Enviar la pelota afuera
del rectángulo mayor que representa el campo de juego es una
infracción al reglamento, pero nadie lo evalúa
como tal. Una infracción "es": derribar a un contrario con
golpes certeros no justificados por la búsqueda del
balón; también es interrumpir el juego con un
"inocente" golpe leve y/o sujeción del rival. La historia
del reglamento del fútbol es la búsqueda, que
tiene asegurada el fracaso, de eliminar todo acto que no tenga como
función directa intentar introducir la pelota en el arco
rival. Pero nadie puede distinguir exactamente entre un golpe generado
por la torpeza y un golpe ex-profeso; es imposible determinar siempre
qué es llegar a destiempo y qué buscar al jugador
contrario y no a la pelota. Entre estas indeterminaciones vive el
foul-táctico, y gracias a ellas el fútbol no es
sólo destreza física, sino irrepetible
conjunción de técnica y planeamiento y
ejecución táctico-estratégica.
El
foul-táctico es entonces jugar dentro del reglamento pero
contra el reglamento. El foul-táctico es parar el juego para
reposicionarse; es leer en velocidad el juego para saber
cuándo conviene a la estrategia elegida competir con
técnicas y cuándo estas han sido superadas. El
foul-táctico es decisión y falta. Es el
ilícito que el reglamento del fútbol sanciona sin
expulsar del juego al infractor. Es darle la posesión de la
pelota al contrario para ordenarse defensivamente. Es ganar tiempo,
detener el vértigo. Es alertar que estamos mal parados. El
foul-táctico es la aceptación de la inferioridad
contingente, pero la confianza en las propias fuerzas para seguir
peleando el partido y ganarlo. Foul-táctico
también es picardía, pero sin
cobardía: se falta al reglamento pero no se oculta la falta.
Foul-táctico es jugar reglamentariamente, pero no
inocentemente.
La
cultura y sus textos nos rodean. Nosotros, apasionados con ellos, con
su consumo y análisis, nos proponemos intervenir con
fouls-tácticos. Nos proponemos escribir en velocidad,
buscando detenciones momentáneas del vértigo para
poder discutir en presente. Queremos hablar con los tiempos de nuestra
adrenalina, pero contra ella. Prometemos fouls-tácticos con
un objetivo claro: actuar estratégicamente en la
búsqueda de diálogos que nos permitan arrinconar
al saber. En la prosecución del juego, en otro lugar, con
otros tiempos, tal vez podamos ensayar palabras más
reposadas, mejor evaluadas, menos riesgosas. Mientras tanto, queremos
el desafío que implica conjugar la frialdad necesaria para
la lectura del juego con la decisión apurada por los tiempos
efímeros del presente. Y elegimos el foul-táctico
porque nos calificamos, dicho con palabras
actuales-momentáneas, como políticamente
incorrectos, pero garantistas.
Los editores